"Los niños se cuidan entre ellos"
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"Los niños se cuidan entre ellos"
El PAP "Intervención psicosocial en albergues infantiles" tiene entre sus objetivos documentar las buenas prácticas de estos lugares.
Enrique González
¿Cuántos son? La cifra más citada por autoridades y organismos civiles ronda los 7 mil. ¿Y en dónde están? Jalisco tiene aproximadamente un centenar de albergues infantiles. ¿Y cómo viven en ellos, qué profesionales los atienden, qué necesidades tienen, de dónde llega el dinero, cómo se les puede apoyar más allá de la caridad y la buena voluntad?
A estas y muchas otras preguntas ha intentado responder desde 2009 el Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) "Intervención psicosocial en albergues infantiles", coordinado por un grupo de profesores, entre ellos Iván Rodríguez, académico del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad.
"Los albergues están llenos de gente con buenas intenciones, pero esto no quiere decir que sepan qué hacer con los niños", señaló Rodríguez, quien junto con los alumnos que han participado en el proyecto se ha planteado una visión integral y a largo plazo del complejo problema de estos albergues en Jalisco.
"Cuando piensas en un albergue infantil, piensas en un estado de déficit: niños greñudos, empiojados, mugrosos, prácticamente abandonados; institucionalmente es así, pero humanamente las cosas son distintas. Lo que el proyecto ha venido tratando de hacer es rescatar las buenas prácticas y tratar de entender cuál es la diferencia del desarrollo de un niño que crece fuera de la familia ‘normal'".
¿A qué buenas prácticas se refiere Rodríguez?
En algunos albergues los niños aprenden oficios, separan basura, reciclan, revenden las verduras que les regalan en el Mercado de Abastos, se cuidan mutuamente, protegen a aquellos con algún déficit mental o físico y emplean toda su astucia y creatividad buscando sobrevivir.
Con los datos, experiencias, anécdotas y metodologías acumuladas a lo largo de cinco años en una decena de albergues, el PAP pedirá en agosto recursos al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para elaborar una enciclopedia.
"Se trata de capitalizar todo ese conocimiento sobre cómo son los niños que viven en estos escenarios, cómo son estos escenarios y tratar de construir una pequeña enciclopedia que se les pueda dar a los albergues para orientación respecto a los problemas más comunes".
El PAP atendió a 50 niños en el semestre Primavera 2014, gracias al trabajo de estudiantes de Psicología, Ciencias de la Comunicación y Gestión Cultural. Cualquier alumno interesado en colaborar puede informarse a detalle en la página www.pap.iteso.mx, donde el proyecto deja el siguiente mensaje: "Ven, ayudemos a que los niños y niñas albergados se conviertan en ciudadanos con sentido comunitario, en un clima de libertad y de respeto a sus derechos".
"El problema nos ha crecido en las manos"
Desapariciones de niños; despidos de autoridades por incompetentes; violaciones a los derechos humanos de los infantes que, hasta hoy, permanecen impunes; escasos recursos por parte del gobierno estatal; recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHJ) ignoradas; padrones incompletos o inexistentes; engorrosos trámites de adopción que duran hasta 10 años.
"El problema nos ha crecido en las manos", lamenta Rodríguez, quien recuerda que a partir de 2009 la prensa y otras instituciones hicieron "ruido" algunos meses, pero luego se atravesaron los Juegos Panamericanos, salió el gobierno de Emilio González Márquez y los medios dejaron de pisar el acelerador.
El Consejo Estatal de la Familia, el Instituto Jalisciense de Asistencia Social (IJAS), la Secretaría de Desarrollo e Integración Social, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de Jalisco (DIF Jalisco), la Procuraduría Social o la Fiscalía General del Estado (antes Procuraduría Estatal), principales autoridades involucradas, lanzaron algunas propuestas para atajar el grave problema, hasta ahora con exiguos resultados.
El reglamento destinado a regular las acciones de los albergues de niños y ancianos que dejó en sus últimos días el gobierno de González Márquez, no ha calado al interior de los albergues; la Casa Filtro que demandó Felipe de Jesús Álvarez, presidente de la CEDHJ (un lugar para recibir a los niños antes de determinar si se reubican con sus familias o van a una casa hogar) sigue sin construirse; el registro único de menores que pidió la misma comisión tampoco ha sido creado.
El problema se agudiza, considera Rodríguez.
"Tenemos que buscar mecanismos para que separar a los niños de sus familias sea la última opción, y no al revés. Aquí [en Jalisco] es al contrario: si tú sospechas de maltrato o abandono y denuncias se hace un peritaje, y si uno de los niños tiene algún grado de desnutrición mínimo ¡venga!, se llevan a todos".
Así, con personal que no siempre tiene la capacitación necesaria e instalaciones y programas educativos, psicológicos, culturales y de inserción laboral prácticamente inexistentes, los albergues siguen viendo cómo crece y crece su población: "Casi siete de cada 10 niños ingresan a un albergue porque los papás los llevan, no porque se los quiten o porque los encuentren abandonados", señala el académico.
Ante este panorama, ceñirse a la frase del psicólogo estadounidense Karl A. Menninger, "lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad", deja poco espacio para expectativas halagüeñas en torno a los infantes que viven en un albergue de Jalisco.
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